En el primer decenio de este siglo ya se combinaba el
Pisco con el limón derivando en el "Chilcano",
cuando se le agregaba agua carbonatada y endulzada. Al
finalizar el tercer decenio del siglo, existía en
la calle Boza, en las cercanías del hotel Bolívar,
el Bar Morris, en ese bar, de reducidas dimensiones y
características distinguidas, con rasgos de
intimidad, donde tantas historias se contaron en una
época en que la conversación era el
deleite de la amistad y la convivencia, atendía a
sus amigos el "gringo Morris". Entre esos
amigos abundaban sus ex compañeros de trabajo que
apostaban por el Perú, sin faltar, por supuesto,
los caballeros limeños de sarita y bastón
que ya en aquel tiempo "jironeaban".
Buscando brindar a sus amigos un trago de menos
contundencia que el Pisco puro de Ica, Morris logró
con sus colaboradores peruanos, una fórmula
perfecta que se denominó Pisco Sour, que fundía,
como su propia vida, lo peruano del Pisco, de su esposa
y de sus tres hijos con el sour norteamericano, por su
tierra de origen. Un Pisco puro de reconocida 'Oficina'
iqueña, amargo de angostura, limón
ácido fresco al gusto, jarabe de goma importada,
azúcar, sifón de bolita por aquello de la
limonada, clara de huevo batida. El final era el arte
del barman y ¡a beber se ha dicho!
El éxito de tan singular trago fue tan contundente
que el Maury y el Bolívar, los hoteles más
elegantes de Lima, no tardaron en 'importar' el potaje,
con tanta aceptación que su fama llega hasta hoy,
y es así como nos llega la versión de que
en sus bares se iniciara la afición a esa forma
de tomar el Pisco, confundiendo muchas veces el beberlo
en esos centros sociales, con su supuesta creación,
según las fuentes de información de cada
quien.
Lo del barman chileno que inventara el Pisco Sour en el
Maury, no es sino otra criollada venida del sur, como
aquella del pisco chileno, que no deja de ser un magnífico
aguardiente, pero nunca Pisco.
Para los paladares iqueños, pisqueños y
otros especialistas, nada reemplazará, jamás,
un buen trago de Pisco puro, de uva negra, chiquita,
dulcísima de Ica, de buena pisa y alambique de
las mejores 'oficinas' que aún existen, con 'chicharrón'
y toda la ceremonia del caso.
|